Fuente externa 20 days ago 50 views
Rostros que el viento se lleva, nombres que ahora habitan el silencio.
Esta semana, la República Dominicana ha sido sacudida por una tragedia que ha dejado una herida profunda en el alma nacional.
Hombres y mujeres dijeron adiós sin aviso previo, dejando un país de pie, pero con el alma de rodillas.
Desde el martes, el luto cubre a la nación. Son días de sombras y lágrimas, donde la tristeza colectiva no encuentra consuelo.
Madres, padres, hermanos, amigos… todos y todas enfrentamos la dura realidad de una pérdida repentina, sin oportunidad de un último “te quiero”, sin un “hasta pronto”.
Lo ocurrido es indescriptible. Una sociedad entera llora al saber que tantas almas cruzaron el umbral entre lo terrenal y lo eterno sin despedidas.
Esta tragedia ha quedado marcada como fuego lento en la memoria nacional, una cicatriz imborrable en la historia de un pueblo que amó, perdió y resistió.
La política, la cultura, el arte, la vida empresarial, el estudiantado, las iglesias, la sociedad civil… Estamos estamos de luto.
Todo lo que somos, como nación, se ha teñido de dolor.
Sin embargo, entre tanto sufrimiento, una palabra resiste: “¡Vivan!”. Vivan los que quedan.Vivan los recuerdos. Viva la vida, aunque duela.
Vivamos con más fuerza, vivamos a plenitud por los que ya no están.
Rostros y nombres que nos marcaron
Las pérdidas tienen nombre, apellido, rostro, historia. Nos duele como país despedir a figuras que dejaron huellas en sus respectivas áreas.
A Rubby, artista entregado, cuyo amor por la música y por esta tierra siempre se sintió en cada presentación. Su voz sigue sonando en la memoria de los que alguna vez te aplaudieron.
A Elizabeth Benoit, hija, madre y hermana. Mujer de alegría contagiosa y alma generosa. Su recuerdo vivirá en cada sonrisa que dejó sembrada.
A Martin Polanco, diseñador brillante. La moda pierde a una mente creativa y apasionada. Sus diseños quedan como legado de su talento, y su ausencia, como un silencio profundo en la industria.
A Nelsy Cruz, gobernadora joven, cercana y transformadora. Su forma de hacer política marcó una nueva manera de liderar. Montecristi llora su partida, pero también honra su entrega y compromiso.
A todas las Víctimas de esta dolorosa tragedia, el país no se olvidará de ustedes.
Esta tragedia nos une en el dolor, pero también en la memoria.
Que el eco de sus nombres resuene con fuerza en la historia.
Que su memoria se eleve como plegaria en el alma de la patria.
Hoy nos tocan las despedidas. Mañana, el recuerdo. Siempre, el amor.
Hasta otra entrega
Dios les bendiga